viernes, 5 de junio de 2009

ALBERTINO 2ª PARTE


Aquel día, 4 de febrero. No recuerdo de que año, iba a cambiar la vida de Albertino para siempre. Era un día típicamente de invierno y hacía frío, mucho frío.
Albertino se despertó más temprano de lo habitual, eran las 7 de la mañana y todavía no había amanecido. Después de dar varias vueltas por la cama decidió levantarse y salir a correr como hacía a diario. Tras un rápido aseo comenzó con el ritual: primero se colocó los calcetines, después las mallas, a continuación una camiseta, una sudadera y un chubasquero que lo protegería de la humedad de la mañana. Se calzó sus zapatillas preferidas y por último se puso un gorro y unos guantes.
Vestido de esta guisa salió a la calle y comenzó a estirar sus entumecidos músculos antes de comenzar a correr. Los rayos solares empezaban a salir entre las montañas que rodeaban su casa. No podía imaginar que aquel 4 de febrero cambiaría su vida para siempre. Al cabo de unos minutos, Albertino emprendió la marcha. Se encontraba más cansado de lo normal. Siempre los inicios se le hacían duros, pero aquel día se notaba pesado, incómodo a la hora de mover las piernas. La fuerza de voluntad de Albertino era mayúscula. Otro con esas sensaciones se hubiera dado la vuelta y no hubiera recorrido ni un metro. Pero Albertino era duro y pensó que cuando hubiera recorrido unos kilómetros esa sensación desparecería. Sin embargo pasaban los kilómetros y la sensación de pesadez en sus piernas no se iba. Comenzó a preocuparse, pero no por la sensación de pesadez y cansancio sino por el hecho de que quizás no pudiera llegar a “su paraíso”. La cabeza le decía que siguiera, pero las piernas no podían moverse al ritmo que Albertino pretendía. Miró su cronómetro y observó con asombro que había pasado más de una hora desde que comenzó su carrera matinal. A pesar de estar corriendo durante todo ese tiempo “su paraíso” parecía alejarse cada vez más. No comprendía nada, no entendía lo que estaba pasando. Decidió pararse y analizar la situación. Si había estado corriendo más de una hora, a pesar de no tener buenas sensaciones ¿Cómo era posible que no se hubiera acercado más a su meta, a su destino de casi todos los días?
Albertino buscaba una explicación pero no la encontraba, miró a su alrededor y no vió nada extraño, nada diferente a otras veces.
La única diferencia era que no conseguía avanzar lo que por naturaleza debía ser. O eso creía él. Porque la verdad era que si había diferencias, muchas diferencias.
CONTINUARÁ

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí el primero, leo el segundo y me gusta, pero ¿cuantos capitulos habrá?

Anónimo dijo...

¿Correrá Albertino las 24 horas de Monzón?...
Saludos
Fernando

Anónimo dijo...

ESO QUE CORRA ALBERTINO EN LAS 24 HORAS Y ASI LO CONOCEREMOS

Marcos dijo...

Acojonante, esto cada vez me intriga mas. Yo voto que corra las 24h, ¿que camiseta lleva? ¿la de tirantes o la negra? ¿llevará el pato?

Luis, queremos mas.